La realidad escondida de los sin voz tras la pandemia/Vietnam

La realidad escondida de los sin voz tras la pandemia/Vietnam

Aquí en Vietnam, 3 meses después del final de la cuarentena por la Covid-19, la vida casi vuelve a la “normalidad”. Iglesias llenas de creyentes; empresas, restaurantes, bares abiertos; los niños vuelven a la escuela, los transportes públicos están nuevamente llenos de estudiantes, trabajadores y la industria del turismo aprovecha esta maravillosa ocasión para impulsar al turista local, y lo están consiguiendo, pues son muchos los vietnamitas que ya han reservado estancias en los centros turísticos locales para disfrutar de las hermosas playas de este país.

Casi nos olvidamos de la Covid-19.

¡Pero no todos!

En “Ai Linh Love School” de las Esclavas del Sagrado Corazón en Vietnam, una escuela para los niños migrantes locales, para aquellos que han tenido que seguir a sus familias, abandonar su tierra natal y comenzar grandes luchas en la ciudad para encontrar trabajo, para ganarse el pan de cada día, nos enfrentamos con una realidad muy diferente.

“¡Tha deja la escuelo hoy! Toda la escuela lo sabe, porque no vestía el uniforme cuando entró por la puerta. Sólo ha venido a decir adiós a todos.

Tha se coloca delante de la clase y llora cuando se despide de sus compañeros. Después, va a la oficina del director y saca de su bolsillo 20.000 VND (1 dólar estadounidense) y dice en voz baja, pero firmemente: gracias por cocinar para mí, esto es todo lo que tengo.

Debido a la crisis sanitaria, los padres de Tha se han quedado sin trabajo. Ellos se han esforzado mucho para poder quedarse en la ciudad, siempre con la esperanza de encontrar trabajo. Han oído hablar sobre ayudas del gobierno para desempleados y han intentado esperar, pero los meses pasan y no consiguen nada. El alquiler, la comida para sus tres hijos, las facturas del agua, la electricidad… ya no pueden esperar más. Se ven obligados a abandonar la ciudad, el lugar donde esperaban encontrar un futuro. Tha tiene que dejar de estudiar cuando sólo estaba a 3 semanas del final. No puedo dejar de preguntarme qué pasará con él ¿podrá recuperar este curso, tendrá que repetir? ¿continuará estudiando o tendrá que trabajar a partir de ahora?”

Desgraciadamente la historia de Tha no es algo nuevo, es sólo una más en medio de todas las tristes historias que escuchamos en las despedidas. Este año, fueron 24 los niños que abandonaron la escuela. La Covid-19 ha cambiado la vida de muchos. Las empresas -generalmente de construcción- donde sus padres trabajaban ahora sólo necesitan unos cuantos empleados y muchos llevan meses sin recibir ningún dinero. Las pequeñas fábricas han cerrado y así, las mujeres también han perdido su trabajo. La falta de turismo significa falta de empleo. Además, el hecho de ser migrantes significa que no pueden recibir ninguna ayuda del gobierno.

Llamé a Mãi, es un niño de cuarto, el delegado de su clase, conocido por su bondad y por el cuidado cariñoso que prodiga a su hermana, dos años menor que él. Me dijo que tenía que trabajar desde las 5 de la mañana hasta las 9 de la noche, por lo que no tendrá tiempo de venir a la escuela, ni siquiera de hablar conmigo… su padre está intentando encontrar trabajo en otra ciudad y mientras, él tiene que cuidar de su madre embarazada y de su hermana menor.

Durante la cuarentena, y aún ahora, son muchas las organizaciones que con donaciones locales e internacionales están consiguiendo ayudar a los más afectados con productos básicos como arroz… al menos el hambre no es un problema, pero ¿qué pasará con esos 24 niños -y con muchos otros- que han tenido que abandonar sus estudios?

Trinh Nguyen, aci