Una economía más humana… ¿cómo puede ser eso?

Una economía más humana… ¿cómo puede ser eso?

He tenido la suerte de participar en el encuentro tan deseado por el Papa, la “Economía de Francisco”, los días 19-21 noviembre, y lo he hecho como joven, como Esclava y como graduada en Economía. Por la pandemia el encuentro ha sido online y lo que podría parecer un obstáculo, se tornó en una oportunidad: hubo más tiempo para profundizar en la preparación y, en vez de ser un encuentro para un limitado número de personas, se pudo abrir al mundo entero.

¿Cómo nació este encuentro? Consciente de la necesidad de plantear un cambio en el actual sistema económico, el Papa Francisco lanzó en mayo de 2019 a través de una carta, una llamada a los jóvenes economistas y emprendedores de todo el mundo: nos invitaba a re-animar la economía, a darle un alma nueva, a ¡convertirla! para que esté más al servicio de la humanidad, sobre todo de los más pobres. El Papa quiso plantear este cambio con los jóvenes en la ciudad de Asís, símbolo de fraternidad, de cuidado de las personas y de la creación, recordándonos la primera gran llamada de Francisco de Asís: “Ve, Francisco, repara mi casa que, como ves, está toda en ruinas”.

Ahora voy a compartir tres momentos vividos durante el encuentro y tres actitudes que me parecen importantes para seguir construyendo la Economía de Francisco.

Tres momentos:

Los momentos “Face to Face with Francis” han marcado los tres días del encuentro, ayudándonos a parar entre las diferentes charlas y a visitar la vida de San Francisco. Me ha marcado especialmente el episodio del beso al leproso, un encuentro que ha sido decisivo en la vida del santo y que nos recuerda que el cristianismo no es una ideología, sino más bien una manera de vivir que tiene que pasar por lo concreto de la fraternidad.

Entre las charlas que más me han gustado está la charla de Muhammed Yunus, premio Nobel de la Paz y banquero de los pobres. Yunus ha sido muy crítico del actual sistema económico: un sistema injusto que daña al hombre y a la naturaleza, un sistema que está al servicio del poder y de la riqueza. Muhammed Yunus insistió en la idea de que las finanzas son apenas un medio, y en la importancia de tener siempre presente el fin, el propósito que queremos lograr con nuestros negocios o decisiones: ¡este debe ser bueno! Nos explicó también que, para lograr un cambio en el mundo, quizás la acción individual no basta, pero es una condición indispensable. Ante la amplitud de los problemas y la tentación de cruzar los brazos, él nos invita a un paso simple y muy concreto: preguntar a nuestro banco qué está haciendo con nuestro dinero y exigir que haga inversiones responsables.

El encuentro terminó con el mensaje del Papa Francisco y ha sido con gran emoción que lo hemos escuchado. Para el Papa este encuentro no ha sido un punto de llegada sino “el puntapié inicial de un proceso que estamos invitados a vivir como vocación, como cultura y como pacto”. Vale la pena leer todo el mensaje, pero me gustaría subrayar su atención particular a los más pobres y sufrientes que son “los primeros afectados” por el sistema económico y paradoxalmente “los primeros olvidados” a la hora de reflexionar o discutir sobre economía: “Es hora de que se conviertan en protagonistas de su vida y de todo el tejido social. No pensemos por ellos, pensemos con ellos.”

Tres actitudes-desafíos:

Agradecimiento. Después de tres días de encuentro hay muchas razones para dar gracias, y, una de ellas es la alegría de ver 2 mil jóvenes comprometidos a dar un paso más y ser testigos de la colaboración entre distintas generaciones, culturas y religiones. Pero creo que podemos seguir este “ejercicio” en nuestro día a día dando gracias por ejemplo por las empresas que están comprometidas a hacer procesos de transición o por todas aquellas personas que trabajan para que el alimento de cada día llegue a nuestras mesas. ¿Qué razones tengo yo para dar gracias?

Toma de conciencia. Es importante ser conscientes de que la economía es más de lo que estamos acostumbrados a ver: no es solo modelos económicos abstractos que parecen distanciarse de nuestro día a día, no es solo para los expertos. Cuando hablamos de economía hablamos de nuestra casa, de nuestra sociedad, y cuando hablamos de problemas económicos hablamos de problemas humanos como la injusticia, la desigualdad, los trabajos inhumanos o el egoísmo. Si somos capaces de ser conscientes de esto, podremos asumir que todos somos necesarios y que una nueva economía no puede ser pensada o construida sin cada uno de nosotros. ¿Quiénes son los descartados de mi entorno y a quién me puedo acercar más?

Discernimiento. La pandemia de Covid-19 puso aún más en evidencia que vivimos en un mundo mercantilizado y que no estamos libres de, sin darnos cuenta, vernos envueltos en dinámicas económicas o en prácticas incoherentes con el Evangelio. Por eso, es tan necesario discernir y estar atentos, para vivir como cristianos en este mundo tan querido por Dios y al que Dios nos envía. ¿Qué es lo que se nos está pegando de este sistema? ¿Qué es lo bueno que quiero alimentar?

Una economía más humana… ¿cómo puede ser eso?

Creo que el simple hecho de colocar la pregunta y ponernos a reflexionar con otros, ya es el inicio de una economía más humana. Para seguir caminando descubre aquí el pacto de Asís y el contacto de la organización para ser parte de esta comunidad.

En el domingo el Papa nos invitaba a hacer nuestra la invocación propia del Adviento “Ven, Señor Jesús”. Pidámosle que visite nuestro mundo, nuestra economía y nuestras casas y que en el dialogo renovado cada día con Él encontremos la fuerza para actuar.

Leonor Távora, aci