ESPERANDO LA PAZ/PORTUGAL

ESPERANDO LA PAZ/PORTUGAL

El Domingo de Pascua hemos tenido la más bella comida de Pascua de siempre, en el jardín de Palmela. Nos juntamos las comunidades del sur de Portugal (Fonte da Prata, Lisboa y Palmela), con las familias ucranianas que aquí viven hace algunas semanas.

El ambiente era de familia, de personas que hacen camino juntas, hermanadas en la esperanza de la Paz. “Cristo resucito, verdaderamente resucito” nos decía Victoria. Esta frase, la escuchábamos cargada de un sentido especial porque dicha en ucraniano. 

La noche anterior, algunos habían estado en la Vigilia con nosotras, y con el grupo de jóvenes que aquí ha vivido el Triduo Pascal. Han podido seguir las lecturas con la ayuda del traductor online. Han escuchado los cantos en una lengua que no conocen, pero los han sentido con la fuerza de la Alegría del Resucitado.

Una de las familias lleva ya un mes con nosotras. Son 9.

El padre de familia tiene 35 y vino con su mujer e 2 hijos: uno con 10 años y otra con 7. Escaparon de la primera bomba que cayó en Kyiv. En apenas 15 minutos cogieron algunas cosas para meterse en el coche y huir. Con ellos vino la abuela, con 53 años. Han logrado pasar la frontera con Polonia 20 minutos antes de ser decretada la ley marcial que obligaría al padre a quedarse en Ucrania. Su hermano se quedó, y también su padre, su abuelo y su hermana. Ellos decidieron y lograron partir.

Después de haber pasado unos días en un búnker, se les juntó su cuñada, con dos niñas de 9 y 6 años. Y también la abuela, con 56 años.

Hace dos semanas, llego otra familia: padre, madre y dos hijos jóvenes. Están trabajando y se quedaran apenas el tiempo necesario para poder alquilar una casa.

Muchas personas amigas nos ayudan a acogerlos. Llegan donativos, en dinero, en comida y ropa.

Aquí encuentran la paz, o al menos están lejos de la guerra. Los niños tienen clases online, con sus profesores, que tampoco están en Ucrania.

Nos alegra mucho poder tenerlos aquí en este “paraíso”, con la primavera reventando Vida. Lloraron al llegar. Era la primera vez que veían naranjos. Se sentían acogidos, queridos, seguros.

El otro día nos cocinaron sus platos más típicos, nos cantaron sus canciones, y nos regalaron una pulsera con los colores de su bandera.

Nos vamos haciendo familia, hermanados en esta espera por la Paz.

Comunidad de Palmela