DIFUNDIR SU AMOR. TERCERONAS

DIFUNDIR SU AMOR. TERCERONAS

“Sólo hace falta una chispa

Para encender el fuego

Y pronto todos a tu alrededor

Pueden calentarse en su resplandor

Así es el amor de Dios

Una vez que lo has experimentado

Difundes Su amor a todos

Quieres transmitirlo…”

¡Pásalo! ¡¡¡Pásalo!!! La invitación es para todos y nosotras- las terceronas- sentimos lo mismo. Hemos experimentado el amor eterno y maravilloso de Dios a través de nuestro encuentro activo con Él en el estudio diario, la oración y el compartir juntas, así que, lo difundimos, lo pasamos…

 ¿Cómo y dónde?

Cada jueves, con gran alegría y llenas de energía, vamos al corazón de Roma, a la Archicofradía Santísimo Sacramento y Reina de los Mártires – donde hay un Comedor de Cáritas que acoge cada día a todos los inmigrantes y refugiados que acuden a comer. Aquí se sirve gratuitamente pan, carne, pizza, pasta, verduras y frutas para 500-600 personas cada día. Los voluntarios trabajan con mucho amor y cuidado, palpables en las sonrisas que expresan sus ojos y rostros.

Tenemos ocasión de colaborar con los voluntarios y conocer a las personas refugiadas, inmigrantes que vienen todos los días a comer. Proceden de diferentes países: Ucrania, Perú, India, Sudán del Sur, Congo, Costa Rica… donde la guerra, la injusticia, la inflación y los traumas económicos están a la orden del día. Sus familias carecen de alimentos, ropa y un lugar donde recostar sus cabezas y sus cuerpos cansados. Muchas personas que han tenido que dejar a sus familias para buscar una nueva esperanza, huir de sus países para buscar una vida más prospera y pacífica en una tierra extranjera. En medio de diversas tragedias, hay destellos de esperanza. Anhelan amor y cuidados y buscan justicia, libertad, paz y el lugar que les corresponde como seres humanos. Vienen a Roma con la esperanza de poder tener un trabajo para poder mantener a sus familias. Las cosas no son fáciles porque no tienen documentos necesarios. El suelo de la estación de trenes es donde pueden apoyar la cabeza, el cielo es su techo día y noche, y la caridad de los demás es donde consiguen comida. Sin recursos esenciales como comida, ropa y cobijo, es imposible llevar una vida digna. De hecho, las personas que acuden a nosotras siempre inclinan la cabeza, son tímidas para hablar e incluso evitan nuestra mirada compasiva…

Venimos aquí no sólo para colaborar con Cáritas en lo que podamos hacer, sino también para experimentar y encontrarnos con “Nuestro Señor, el Cristo que el pobre representa, y que pide ser servido, y no debe ser rechazado para nada” (Santa Rafaela María) de una manera reparadora. Intentamos elevar y reconstruir la dignidad de la persona humana con nuestra presencia, nuestra manera de estar con ellos, de cuidarlos, de conectar con ellos, de servirlos y de mirarlos como Jesús ha hecho con nosotras. Por otro lado, dejamos que nos evangelicen, nos alimenten y nos enseñen con su presencia y sus historias, para que no nos quedemos anonadadas por el dolor, la frustración, la impotencia y la angustia, sino que sintamos con ellos los signos de la esperanza, la vida nueva y la maravilla de la fe en medio de las dificultades y las pruebas. Y creemos que “Cuando nos preocupamos por ellos, nos preocupamos también por nosotras mismas, por todos; al ocuparnos de ellos, crecemos todos; al escucharlos, damos voz también a una parte de nosotros mismos que tal vez mantenemos oculta porque hoy no está bien vista.” (Papa. Francisco)

A través de ellos, el Señor nos llama a la conversión, a liberarnos del exclusivismo, la indiferencia, la cultura del descarte. A través de ellas el Señor Jesús nos invita a abrazar plena y totalmente nuestra vocación de esclavas. A través de ellas, “contemplamos el corazón de Dios que nos lleva a mirar el mundo con esperanza activa”. (CGXXI)

Therese Thùy Tiên, aci