AUDIENCIA GENERAL PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL PAPA FRANCISCO

Esta mañana las hermanas que formamos la comunidad de terceronado asistimos a la audiencia general del Papa.  

En la catequesis nos recordó que todos, como hijos de Dios, tenemos la misma dignidad, por lo cual no debería haber discriminación. Nos llamó la atención sobre que aún hoy existe la esclavitud: “mucha gente en el mundo, mucha, millones, que no tienen derecho a comer, no tienen derecho a la educación, no tienen derecho al trabajo: son los nuevos esclavos, son aquellos que están en las periferias, que son explotados por todos […] Nosotros negamos a esta gente la dignidad humana, son esclavos.” También nos invitó a reflexionar sobre la igualdad entre el hombre y la mujer diciendo: “Hombre y mujer tienen la misma dignidad, y hay en la historia, también hoy, una esclavitud de las mujeres: las mujeres no tienen las mismas oportunidades que los hombres. Debemos leer lo que dice Pablo: somos iguales en Cristo Jesús.” ¡Qué importante y esperanzador escuchar al Papa animándonos a seguir caminando hacia una Iglesia más al estilo de Jesús!

Ha sido un día muy emocionante, los días anteriores habíamos estado preparando una pancarta con la esperanza de llamar su atención en medio de tanta gente. Fueron muchos los asistentes, unas 3000 personas, nosotras no llegamos muy temprano por lo que estábamos sentadas al fondo de la sala. Al finalizar la catequesis, el Papa, como siempre, comenzó a saludar a la gente, al fondo estábamos esperando nosotras para poder saludarlo desde lejos. De pronto, escuchamos en la megafonía: “Ancelle del Sacro Cuore di Gesù, preghiamo passare alla porta dell’ingresso”. Nuestro italiano no es muy bueno, pero fue suficiente para sentirnos identificadas. Corrimos hacia la parte delantera, y nos dejaron pasar al lugar donde estaba el Papa, y ¡vino a saludarnos! Tuvimos el regalo de un encuentro cercano con él que nos ha llenado de emoción e ilusión. Nos encontramos con Francisco quien ha impulsado grandes cambios, ha arriesgado mucho y ha sabido sufrir también. Hemos vivido una experiencia inolvidable de sentir con la Iglesia, no solo por el momento con él, sino por contemplarlo de cerca tomándose el tiempo para estar con cada persona y decirle una palabra desde Dios. 

Cuando se nos acercó, señaló el dibujo de Santa Rafaela -a quien reconoció inmediatamente- y nos invitó a mirarla mucho y aprender de ella. En especial a buscar en todo, como ella, la comunión.  Fue lindo constatar que nos conoce mucho, y quiere mucho a Santa Rafaela. Esto nos confirma cuánto vale la vida de esta mujer valiente y silenciosa para el mundo de hoy.