HISTORIA DE JASMINE / JAPÓN

HISTORIA DE JASMINE / JAPÓN

Jasmine (nombre ficticio) tiene 50 años, es una madre divorciada de un japonés, tiene dos hijos. La mayor es una niña de 16 años, en el 4º año de la escuela secundaria, y el menor un niño de 13 años, estudiante de 6º grado; ambos se graduarán en abril de 2020. 

Jasmine es nativa de Pampanga City, Filipinas.  Era la tercera hija de la familia.  Decidió venir a Japón porque rompió con su antiguo novio.  Ella se postuló como “Talent Entertainer”, obtuvo una visa de turista por 3 meses y la renovó por otros 3 meses. Cuando expiró, tuvo que volver a Filipinas porque Japón no le permitía renovar su visado.  

Después de dos meses en Filipinas volvió a solicitar ayuda en su agencia de talentos, pero su visado fue denegado por inmigración.  Le rogó a la agencia, prometiendo aceptar una reducción del 50% de su salario si la ayudaban a regresar a Japón.   Su agencia le sugirió que si realmente quería volver al Japón, debería usar un nombre diferente, ya que eso facilitaría la tramitación de los papeles; ella aceptó ese arreglo.  La agencia se encargó del proceso; inmigración aprobó su visado de trabajo para Japón como artista con un nombre falso. 

Cuando su visado estaba llegando a su fecha de caducidad, la agencia le aconsejó que buscara a un japonés para casarse o tener un matrimonio “arreglado” (matrimonio con el único propósito de obtener beneficios de inmigración), a fin de obtener un visado permanente.  En el bar donde trabajaba, tenía un cliente habitual que quería casarse con ella, así que se casaron. 

Al principio eran una pareja feliz, aunque ella se dio cuenta de que su marido era alcohólico. Después de haber vivido juntos durante casi un año se quedó embarazada, lo que hizo la vida más difícil porque tuvo que dejar de trabajar. Su marido siempre llegaba a casa borracho; cuando discutían, la golpeaba.  Después de dar a luz a su primera hija, Jasmine descubrió que su marido no sólo era alcohólico sino también drogadicto. A menudo discutían y él la golpeaba.  Jasmine no sabía qué hacer; sólo lloraba y sentía lástima de sí misma. 

Cuando ella y su hija tuvieron la oportunidad de ir de vacaciones a Filipinas, Jasmine planeó en secreto separarse de él, así que compró un billete de ida. Su marido pensó que se quedarían allí sólo dos semanas.  Después de dos semanas no volvió a Japón. Su marido la llamó repetidamente, diciéndole que volviera.  Después de cinco meses su marido fue a buscarles, prometiendo no volver a hacerle daño. Por el bien de su hija se reconciliaron, y juntos regresaron a Japón. 

Después de unos meses, su marido volvió a caer en sus viejos vicios. Ella se arrepintió de su decisión y a menudo quería rendirse. Sin embargo, sintió lástima por su hija y se preguntó qué futuro tendrían si se separaba de él. No quería que su hija experimentara – como ella misma había experimentado – tener una familia rota.  Por el bien del futuro de su hija se quedó, esperando que un día su marido pudiera cambiar. 

El tiempo pasó, su marido nunca cambió; la violencia doméstica continuó hasta que tuvieron un segundo hijo. Entonces un día, incapaz de soportarlo por más tiempo, Jasmine fue a la policía a buscar ayuda. Durante el interrogatorio la policía descubrió que ella estaba usando un nombre falso. La arrestaron y la retuvieron durante casi 3 meses.  La policía llevó a sus hijos a una institución de cuidado infantil mientras Jasmine estaba en prisión.   El oficial de inmigración quería deportarla, pero ella se negó a irse sin sus hijos. Jasmine realmente luchó por su derecho a cuidar de sus hijos.  Le dijo a inmigración que no dejaría a sus hijos sin importar lo que pasara; era su derecho como madre. El gobierno le proporcionó un abogado y la Comunidad Filipina le ayudó hasta que obtuvo el divorcio de su marido. 

Ahora Jasmine es una voluntaria activa en KALAKASAN, una ONG para el empoderamiento de la mujer de la Diócesis de Yokohama donde yo colaboro.     

Sr. Dhay Marqueses, aci