CRUZ DE LAMPEDUSA EN EL COLE/CADIZ. EsPAÑA

CRUZ DE LAMPEDUSA EN EL COLE/CADIZ. EsPAÑA

Una barca nueva, recién pintada, maderas pulidas y bien clavadas. Seguridad, pesca, transporte….

Esa barca ya usada, desconchones, astillas, clavos oxidados. 366 personas dentro, 366 sueños flotando con dificultad en un mar que empieza tranquilo y se vuelve innavegable. 

Maderas flotando, rotas, algunas intentando salvar vidas, otras golpeando mortalmente. Ningún superviviente. 

Lampedusa. Alguien coge dos tablones, y los cura, los lija, los vuelve a clavar… pero esta vez no van al mar, se quedan en tierra en forma de cruz, bendecida por alguien que siente el terror que esconde el fondo de ese mar cementerio de sueños rotos y vidas interrumpidas. 

Y ahí está, la tenemos ante nosotros, esa cruz azulada como el mar, rota como el mar, triste como el mar…. Casi tres metros que quieren llegar al cielo gritando para decir BASTA, para gritarle al mundo que estamos siendo testigos y cómplices de estas muertes sistemáticas, que nos estamos lavando las manos con excusas de “Inocente soy de la sangre de este justo” (Mt.27,24). 

Delante de esta cruz, acompañada de 50 alumnos y alumnas que sienten la gravedad de estas maderas y devuelven un respetuoso silencio sin tener que explicarles nada más, me siento como ese pueblo que hace mucho miraba a un inocente crucificado, consecuencia de actos, de palabras, de una sociedad montada para unos cuantos….Igual, todo esto me recuerda que 21 siglos después, Jesús sigue muriendo en la cruz, seguimos matándolo, o permitiendo que lo maten en otros cuerpos, en otras circunstancias, pero con las mismas injusticias y por los mismos motivos. Seguimos sin entender su mensaje, o sin querer entenderlo. Seguimos justificándonos, salvándonos, sobreviviendo… sin darnos cuenta que situaciones como estas nos acusan, nos condenan, nos matan…

Toda la comunidad educativa ha pasado ante la cruz de Lampedusa.  Qué afortunados nosotros, de poder rezar, sentir, reflexionar y llorar delante de ella. Qué suerte la nuestra y la de nuestros alumnos y alumnas de recibir este potente mensaje de nuestro papa, y qué compromiso tan grande nos llevamos ahora: ser voz, ser grito, ser testigos y mensajeros. “No son solo migrantes”, son personas. “No sigamos anestesiados”, dejemos que nos duela el dolor ajeno.  Que la indiferencia no sea el agua que lave nuestras manos. 

La cruz se va. Siguiente parada. Y que no pare nunca. Al menos, mientras siga habiendo barcas que vean lo que ella ha tenido que ver.

Eva Ramos (Profesora del colegio Esclavas-Cádiz)