reciprocidad, caminar “con”/francia

reciprocidad, caminar “con”/francia

Este año, unas actividades fueron canceladas y otras se han presentado cómo oportunidad de ampliar nuestro campo apostólico de verano. Así surgió la oportunidad de participar en la escuela de verano del “JRS Jeunes” (JRS Joven) de París donde toda colaboración es bienvenida. Estuve durante una semana y he descubierto un nuevo mundo maravilloso en la forma de estar con los migrantes.

En JRS Jeunes, el desafío es la reciprocidad. ¿Qué significa esto? Que no hay voluntarios y personas que necesiten ayuda, sino que todos somos participantes. Y todos podemos dar lo que somos. Todos llegamos para participar en actividades que son preparadas gratuitamente (en los distintos sentidos del término) por migrantes y/o jóvenes franceses y en las que todos estamos llamados a servir, acoger, conversar.

Empezamos la semana con un paseo por la naturaleza y los primeros encuentros se dieron en torno a un juego de presentación con muchos nombres difíciles de aprender. Conversaciones en el tren y luego por el bosque delante de una amplia vista o alrededor de un bocadillo preparado por los que estaban disponibles en el momento. Y así se abren oportunidades para un verdadero encuentro. Los rostros inicialmente extraños y enigmáticos se transforman en rostros llenos de vida. La gran mayoría de los migrantes son jóvenes o hombres que abandonan su país y sus familias, muchos durante su adolescencia, recorren la mitad del mundo, se instalan en un país europeo donde aprenden un idioma, incluso se gradúan y trabajan y se ven obligados a irse por sucesivas negaciones del permiso de asilo. En Francia buscan una nueva oportunidad, pero empiezan de cero. Detrás de un mismo rostro, tanta riqueza y tanta fragilidad. Alguién que ya sabe al menos cinco idiomas y que aprende con la vivacidad de un niño las primeras palabras en francés, vive cada día sintiéndose indigno de estar aquí, lejos de su familia que no ha visto en más de cinco años y de quien prefiere no hablar para no llorar.

A lo largo de la semana las actividades ayudaron a estar en pie de igualdad : una tarde de teatro, unas Olimpiadas en los jardines de París, un taller de escritura creativa en el que cada uno termina exponiendo la tierra de sus sueños en letra de una canción. La oportunidad de mostrar sus talentos lleva a que la dignidad de cada uno quede expuesta de manera evidente. La normalidad del encuentro lleva a la risa, al baile o simplemente a una conversación sencilla sobre lo que nos gusta hacer o comer, la gente que queremos e incluso nuestra fe.

En un momento en que la Congregación General XX nos pide para “caminar junto a los empobrecidos”, gracias a JRS he descubierto una forma de “hacerlo con” en lugar de “hacerlo para” cuando cada uno quiere darse comunicándose y todos nos descubrimos a la vez pobres y ricos, capaces de dar algo y también de recibir desde la gratuidad y descansar unos en otros (también yo necesitaba después de estos meses de confinamiento). Promoviendo los derechos culturales de los refugiados, el “JRS Jeunes” permite a todos redescubrir la confianza en sí mismos y salir de la soledad y de las dificultades de una vida en el exilio. Lo sentí cómo un privilegio, el poder hacer parte de este sueño hecho realidad, en la simplicidad y con otros que no se quedan indiferentes a las “víctimas del injusto sistema dominante”.

Teresa Ramos, aci