SEMANA de ORACIÓN por la UNIDAD de los CRISTIANOS / España

SEMANA de ORACIÓN por la UNIDAD de los CRISTIANOS / España

Hace poco tiempo, vivíamos la 53ª semana de oración por la unidad de los cristianos. 

El lema de este año nos invita a revisar la calidad de nuestra hospitalidad, al  hacernos subir al barco en el que viaja Pablo junto a otros muchos y vivir la terrible experiencia de un naufragio, para al final encallar en la costa de Malta.  Tras una tormenta de espanto, atmosférica y también interior, todos los pasajeros se vieron salvos y experimentaron con gozo la hospitalidad de los habitantes de la isla, su amabilidad, su humanidad poco común.

De esta extraordinaria acogida brota el lema que hemos repetido decenas de veces con el corazón esponjado ¡nos trataron con una solicitud poco común!  (Hch. 28,1-7).

Hemos podido dar juntos algunos pasos cordiales en el viaje ecuménico hacia la unidad de los cristianos en Salamanca, que Cristo desea ardientemente.

Hemos sentido la necesidad de mirar más allá de los intereses particulares de cada iglesia, seguros de que cada comunidad tiene un don particular que ofrecer a las demás.

Para llegar juntos al puerto de la unidad más plena y visible en la diversidad reconciliada, es necesario cuidar especialmente a las comunidades más pequeñas, las marginadas y las perseguidas.  En su fragilidad, y precisamente por ella, son portadoras de un mensaje fundamental para toda la familia cristiana.

Casi al final de la semana preparamos una oración que llenó nuestra Capilla de la calle Azafranal. Durante la misma se oyeron estas palabras que comparto por si alguien más se quiere unir a la cadena de la hospitalidad poco comúnponiendo en juego todos sus sentidos.

  • Queremos gozar del encuentro entre nosotros, y también ensanchar nuestro corazón al encuentro con todos los cristianos del mundo y hoy especialmente con los cristianos de Malta.

¡LA HOSPITALIDAD es el desafío!

Comenzamos intuyendo dos cosas de la Hospitalidad:

  • Se percibe con todos los sentidos.

En un ambiente de hospitalidad, se huele, se oye, se siente, se saborea, se ve… la acogida.

Por eso, hemos preparado una oración en la que se impliquen y oren todos nuestros sentidos. Deseamos que cada uno de ellos llegue a mostrar la hospitalidad que queremos vivir.

La vista  (la barca-patera, el agua, la luz…)  olfato (incienso…) el oído,  (música, oraciones, palabra de Dios, nuestra palabra compartida …) el tacto,  (el agua bautismal y la sal y la luz…) el gusto, saborearemos un dulce que al tomarlo, compartirlo con otros y saborearlo juntos nos recordará que la hospitalidad es un don que se recibe, se comparte y se metaboliza al comerlo.

  • Nos pide conversión: volver los ojos, de nosotros y nuestra vida bien concertada y prevista hacia el desconocido que llega, como hicieron los habitantes de Malta y Gozo.

Comenzamos sintiéndonos iglesia peregrina en nuestro mundo.

  • Cada día de esta semana, ponemos el foco en uno de los aspectos de la escena que tiene lugar en la isla.

Hoy toca el de la conversión, contemplar como los ciudadanos de Malta cambiaron de opinión. No importa de qué a qué.  Lo importante ahora es que nos fijemos en que fueron capaces de cambiar de opinión.              ¿Nos daremos también nosotros la oportunidad de cambiar de opinión respecto a las personas que llegan a nuestro lado, sobre todo si vienen de lejos y en no buenas condiciones?

  • El texto bíblico del naufragio de San Pablo y sus compañeros a la costa mediterránea nos habla de viajes peligrosos, de acogida y de hospitalidad, de providencia amorosa de Dios, de las palabras reconfortantes de un apóstol, de humanidad.

Y también nos habla de encontrarse a merced de fuerzas que pueden parecer anónimas o indiferentes y tal vez hostiles. De tantos hermanos nuestros que HOY cruzan los mares buscando una vida más justa y digna para ellos y sus familias. Sufren esa situación, teniendo que enfrentarse a olas, tempestades, muros, vallas y también la indiferencia y el miedo de tantos.

Los sentimos muy dentro y pedimos: “Convierte Señor nuestra mente y  nuestro corazón. Danos Padre la mente y el corazón de tu Hijo, nuestro hermano. Para que podamos colaborar en tu misión contigo y como tú”.

Sí, así nos sentimos: bendecidos y enviados a relacionarnos con una solicitud extraordinaria, mostrando una humanidad poco común en el aquí y ahora que vivimos.

Julia Blázquez aci