CAMINANDO VAMOS / PERÚ

CAMINANDO VAMOS / PERÚ

Caminando por el pueblo, nos encontramos con Nimer, un hombre joven, moreno, delgado, educado, humilde, sonriente, que miraba a los ojos con esperanza. Acababa de regresar de Venezuela, con su señora y su hijo de tres años. Ella no estaba con él en ese momento porque no se sentía bien, el embarazo avanzado y el largo viaje la habían debilitado. Nos interpeló su mirada sencilla, llena de paz… y entre silencios dijo “Estuve un año trabajando duro aquí en Perú, ahorré… hasta que decidí traer a mi familia, la situación en Venezuela cada vez está peor…”, cinco días… de ida y cinco de vuelta.

 

Aquí, en Villa El Salvador, él dejó sus cosas, lo indispensable que había logrado comprar… Al regresar, no encontró nada… Sólo quedaba comenzar otra vez de cero. Inmediatamente, con ayuda de las vecinas pudimos conseguir, colchón, frazada, cocinita, olla… Él no se amilanó y de inmediato se puso a “chambear” de lo que sea… Hasta que consiguió un trabajo en las afueras de Villa El Salvador… una zona más bien rural. Le daban una habitación con baño… Parecía una buena oferta. Su trabajo consistía en atender un garaje a donde llegaban tráileres a cualquier hora del día o de la noche. Las 24 horas del día. No tenía horario de trabajo, y por ultimo no tenía tampoco claro cuál sería su sueldo… la dueña le daba algo de dinero cuando le parecía.

 

Nayelis, mientras tanto, logró inscribirse en el “SIS” Seguro gratuito, para que la atiendan, y es entonces, cuando reciben una noticia alarmante. El médico dice que el parto era de “alto riesgo”, que podía morir… ella estaba muy débil, anémica, etc., este doctor se atrevió a decirle que mejor se regrese a Venezuela. Nayelis, acababa de llegar y como es natural, se angustió y pensó que mejor se regresaba. No conocía a nadie. Tenía 7 meses, y su barriga grande y muy dura por una infección. Además, estaba pasándolo muy mal, ya que, el hospedaje donde vivían quedaba al costado de un corral de cerdos: pulgas, mosquitos… y un olor nauseabundo…

 

En estas circunstancias, Nimer se acercó a nosotras, para contarnos que su señora estaba deprimida y que quería regresar a su país… en esa misma semana. Conversamos, le escuché y entre otras cosas hablamos de su trabajo, sueldo… horario, los feriados que trabajaba y que le correspondía una paga extra… etc. Esto le molestó mucho a la jefa y lo despidió en el acto.  

 

Eran como las 6 de la tarde del día 23 de diciembre cuando Nimer nos avisó…   Los acogimos en la casa de retiro de la Capilla, abrazos, cariños y haciéndoles sentir seguros, tranquilos… El dolor, la impotencia, la soledad y pobreza se mezclaron con el palpitante deseo de decirles una y mil veces con mucha ternura… VENGAN, ESTÁN CANSADOS Y AGOBIADOS, LOS ALIVIAREMOS… y abrirles nuestros brazos con deseos de reparar tantas cosas, procurando ofrecerles la experiencia de reconciliarse con la vida, con la dignidad…

 

El 24 por la noche, cenamos juntos, trajeron algo típico de su tierra… “un enrollado de queso y jamón”. Fue una experiencia tierna, única, significativa… que nos conmovió hasta lo más profundo. Sentimos a DIOS CON NOSOTROS. Celebramos como nunca y Dios nos llenó de VIDA.

Los siguientes días fueron de médicos… reforzar el tratamiento de Nayelis, fierro, vitaminas.. antibióticos… Y seguir caminando.. Cuántas palabras hermosas y profundas salían y salen de su corazón.

 

La bebita nació el jueves 19 de febrero a las 11 de la mañana… pesó tres kilos doscientos, la recuperación ha sido buena. ¡Gracias a Dios!. Experiencia aparte, fue la de cuidar a Aarón, quién por primera vez se separaba de su mamá. El niño nos conoce mucho y no hubo dificultades. Por las noches lo recogía su papá. A nosotras nos desinstaló… nos llenó de su cariño inocente y feliz.

 

Mela Vazquez, aci

Villa el Salvador. PERU