22 Abr aprendiendo a contemplar a “dios pan”/portugal
“La Eucaristía es como un choque tan grande que causa las olas que hacen del mar el mar, y no un lago”.
Esta “imagen” de la Eucaristía en nuestras vidas ilustra, de alguna manera, la semana que he pasado en la Residencia de ancianos Lar de S. Pedro, de St. Casa da Misericórdia de Palmela; donde viven 86 personas ancianas.
La rutina de una Residencia podría ser dura y fría, especialmente en este momento de aislamiento. Que todo sea esperar al día siguiente, esperar a que llegue el final. Nada más. La repetición interminable que roba, tan a menudo, el significado de las cosas, la esperanza, la vida. Pero fue en esta rutina, en la fragilidad y simplicidad de cada día, que he experimentado algo precioso: la vida que nace de un verdadero encuentro.
Dios se convirtió en pan, pero antes de eso se hizo hombre. Y contemplar la presencia de “Dios Hombre” dentro de cada uno me reveló, me parece, algo nuevo de “Dios Pan”. He percibido en aquellas miradas, en el latido del corazón detrás de cada historia, que estas dos realidades no se pueden separar. Es un encuentro que está misteriosamente vinculado a Jesús escondido en la Eucaristía. Y el impulso de ese encuentro da vida, como lo da el encuentro con Jesús en la Comunión, que no he podido recibir allí. No sustituye, complementa. Uno lleva al otro. Y vivirlo allí, por separado, me hizo comprender la estricta relación entre ellos. He recibido muchas vidas, cada día. Recibí mucho más de lo que podría dar. Recibí la Eucaristía con toda su novedad: “el choque del encuentro que hace de la vida VIDA, y no muerte”.
María Abecasis, postulante