taller micro-emprendimiento/chile

taller micro-emprendimiento/chile

La pandemia y el confinamiento han golpeado muy fuerte la economía del país y los más afectados han sido los migrantes. Ellas y ellos quedaron muy pronto sin trabajo y, por ello, sin posibilidad de subsistencia.  Muchos se agolparon delante de sus embajadas para pedir ser repatriados. Jóvenes, adultos mayores, niños, vivieron en situación de calle por semanas. Así nos encontramos a María* y Eduardo*, pareja venezolana a quienes les ofrecimos venir a vivir a nuestra casa. Para ellos, habilitamos una parte de las dependencias del ex colegio y se instalaron ahí, aportando con un pequeño arriendo.

María había perdido el trabajo y con el frío del invierno, iba perdiendo también la alegría y la esperanza. Buscaba moverse haciendo mil tareas de casa para que el frio no la congelara y un día nos atrevimos a comenzar juntas un pequeño emprendimiento.

En casa había telas de antiguos manteles o adornos, también máquinas de coser y algunos hilos. Con ello intentamos un modelo de delantal de cocina y nos lanzamos. Fue creciendo el ingenio, la creatividad y el espacio del taller se convirtió también en lugar de encuentro, conversa y compañía. Pronto Eduardo y Juan*, joven peruano que se alojaba en nuestra casa y se había quedado varado por el cierre de fronteras,  aportaron con sus destrezas en informática y redes sociales. Más tarde se integró Francisca* también peruana, que venía al taller con su niña de 4 añitos que no podía dejar sola.

Diseñamos y confeccionamos nuestros delantales, muchas personas nos ayudaron a ofrecerlos y a comprarlos, varios otros nos ofrecieron telas, hilos, ropas usadas de las que recuperábamos las telas y se convertían en más delantales. En poco tiempo, estaba en marcha una hermosa sinergia de cariño y colaboración que se extendió por 4 meses, los más duros del invierno.

Hace poco, tanto María y como Francisca encontraron trabajos más estables, Juan volvió a su patria y Eduardo sigue buscándoselas aquí y allá para vivir y aportar con su trabajo. El taller va declinando en su sentido laboral, sin embargo sigue siendo espacio de encuentro, fraternidad y creatividad porque fue escuela de aprendizaje. Queremos replicarlo en otras situaciones y/o lugares para que siga siendo ocasión de acogida y promoción.

No hay duda que a través de los hilos y las telas, en medio de tijeras y alfileres, Dios nos vino a salvar de la tristeza y del paralizante frío de la soledad.

Claudia Muñoz, aci

*Nombres ficticios