“MI NIETA” ANUSH/ARGENTINA

“MI NIETA” ANUSH/ARGENTINA

Sloterdijk, un filósofo alemán del siglo XX, sostiene que el inicio de todas las historias de vida comienza con la ausencia del protagonista o al menos, con la ausencia del recuerdo de haber estado presente. “Llegamos a la vida con el primer acto empezado”…esto implica que vamos siendo y nos vamos constituyendo a partir de la historia que recibimos de aquellos que nos acogieron.  Así comenzamos a protagonizar nuestra vida, sumándonos primero a las narraciones recibidas de nuestra familia y esto nos permite descubrir ese origen del cual provenimos.

Esto me hace pensar en Anush (nombre ficticio) y querer compartir la historia de esta niña armenia que acompañamos desde la Comisión Episcopal para Migrantes desde inicio de esta pandemia.

Anush, tiene una voz dulce, es inquieta,  creativa y casi domina nuestro idioma. Llegó con casi dos años de edad a nuestro país, solicitando  asilo junto a sus padres.  Todos asumieron el riesgo de salir de Armenia, buscando paz y mejores condiciones de vida.  Ambos deseos siguen intactos pero concretarlos es para sus padres un desafío cada vez más exigente en el contexto actual.   La realidad económica y social de nuestro país, la dificultad del idioma y el contexto actual de pandemia, parece dilatar la llegada a ese horizonte de bienestar y paz por el cual decidieron dejarlo todo.

Anush tiene ahora seis años y como extraña muchísimo a su abuela hace ya unos meses, ha decidido llamarme “abuela” abrigando la esperanza de rescatar, al pronunciar esa palabra, algo de la ternura y protección que ese vínculo  le ha dejado. Como tantos otros niños en pobreza y vulnerabilidad de Argentina ha tenido problemas de conectividad y su acceso a la modalidad virtual de las clases ha sido difícil,  corriendo el riesgo de perder su año escolar. En estos meses, ha experimentado también las consecuencias de la pérdida de trabajo de su padre, quien trabajaba en una carpintería que debió cerrarse producto del confinamiento y que ya no reabrirá sus puertas.   Su rostro, es el de muchos niños/as migrantes, quienes protagonizan una historia cuyos primeros capítulos hablan de desarraigo y sufrimiento, pero también de lucha y resiliencia. En estas horas, junto a muchas otras familias armenias, participa de algunas manifestaciones que intentan visibilizar la difícil situación que vive aquella República, nuevamente en guerra.  Tierra que aunque lejana y casi desconocida, también es suya.

Anush, vive su presente con la frescura e inocencia propia de la niñez. Mientras atraviesa por tantas dificultades, sigue adoptándome como “abuela” regalándome en esa palabra la oportunidad de ser parte de un sueño más grande, el de Dios en su historia y confirmándome en la certeza de que a veces “ese próximo paso posible” que deseamos ofrecer se concreta simplemente en quedarse al lado y hacernos familia.

Constanza Di Primio, aci