ACOMPAÑANDO A LOS RETORNADOS/VIETNAM

ACOMPAÑANDO A LOS RETORNADOS/VIETNAM

Hay muchas razones e historias de los retornados. Hoy me gustaría compartir una de esas historias de una familia que acaba de regresar hace 1-2 años.

Los padres tienen 53 años. Tienen 6 hijos, 4 chicas y dos chicos. Cinco de ellos ya se han casado. Los padres llegaron desde Camboya en 2019 con la quinta hija soltera. En 2020, el resto de los hijos regresaron con sus familias.

Cuando les pregunto: ¿Por qué volvéis a Vietnam? ¿O por qué no vivís allí? La madre se seca las lágrimas y dice: “Es muy difícil vivir allí. Vivimos en el río. Nuestra casa se hace con ramas de árboles. Cuando llegan las lluvias, la casa se moja. Cuando sopla el viento, la casa se tambalea. Si olas se levantan fuertes, la casa se derrumba. Todos nosotros vivimos con ansiedad. Nuestras vidas están amenazadas. Cada día, tenemos mucho miedo de morir. Porque no sabemos lo que nos va a pasar. Además, tenemos que luchar para sobrevivir. Vivimos de acuerdo a la captura de los peces. A veces, no pescamos nada para comer“.

¿Por qué no hacéis la casa en la tierra y todos los días vais a pescar? Ella responde: “No nos lo permiten. Porque no tenemos papeles. Vamos a la tierra cuando vendemos el pescado. Si no, nos quedamos la mayor parte del tiempo en el río“.

¿Cuánto tiempo llevaba allí? “Vaya, yo nací allí. Y muchas familias viven allí. Sinceramente, queríamos vivir allí. Por desgracia, no hemos podido. No sólo nosotros nos vamos. Hay cientos de familias que vivían con nosotros también se fueron“. Responde ella.

Actualmente, seis familias viven en la casa de los padres. Compraron el terreno por unos 4.000 dólares y tienen que pagar 80 dólares cada mes. Sin embargo, no han podido pagar regularmente. Dividieron la casa en seis habitaciones pequeñas. Es una pena. Hay tres nietos que estudian con nosotras en la parroquia de Thanh Linh. Tienen clase con nosotras por la mañana. Por la tarde, van al campo de caucho a coger la savia que corre por el suelo. El abuelo trabaja enterrando a los muertos. Por cada entierro, recibe 4 dólares. La abuela trabaja en casa pelando el anacardo. Cada día gana 1 dólar. Otros niños trabajan de otra manera cuando la gente los contrata. Por desgracia, el mes pasado, la hija menor dio a luz mientras su marido sufría un accidente. Le cortaron la pierna. Sus vidas se vuelven más difíciles. Sin embargo, cuando les pregunto después de vivir aquí durante dos años ¿dónde prefieren vivir ahora, allí o aquí? Sorprendentemente, todas sus respuestas son aquí. ¿Por qué? Dicen: “Aunque nuestras vidas aquí son muy difíciles… estamos seguros“.

Me conmueve mucho escuchar su historia y el desafío diario al que se enfrentan. Intentamos ayudarles visitándoles y hablando con ellos. Además, intentamos educar a sus hijos para que desarrollen sus habilidades. Para que en el futuro sus vidas sean mejores. Que Dios los bendiga a todos.

Nguyen Anh Martha, aci