19 May CASA MIGRANTES SANTA RAFAELA/CHILE
Hoy en todo el mundo, las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, junto a tantas personas con las que compartimos nuestro carisma y misión, hemos celebrado a Santa Rafaela María, una mujer que se atrevió a creer que era posible un mundo distinto, más justo, más fraterno. Sobre todo se atrevió a sentir en su propio corazón la pasión que mueve el corazón de Dios, que quiere que todas las personas tengan vida, y la tengan en abundancia.
Hoy es un doble motivo de fiesta, ya que también recibimos de parte de nuestro obispo Ricardo Morales la bendición a la Casa de Acogida al Migrante que lleva el nombre de Santa Rafaela María. En torno a la mesa de la Eucaristía nos sentamos con algunos de estos migrantes que, a su llegada a Tierra Amarilla, han recibido hospitalidad en esta casa.
Haciendo memoria agradecida de la historia de esta Casa, recordamos que entre los años 2013 y 2014 se diseñó un Proyecto con el deseo de dar acogida especialmente a mujeres que estaban de paso en busca de trabajo en alguna faena de temporera aquí en la Zona: el deseo era orientarlas laboral y humanamente, y ofrecerles algunas noches de alojamiento y comida. Con el apoyo de una Institución y algunas personas que generosamente colaboraron para la construcción e implementación de la Casa, ésta quedó habilitada para acoger hasta 7 mujeres.
En este momento de la historia de la humanidad, no es novedad decir que durante los últimos años el proceso migratorio a nivel mundial ha aumentado. Como consecuencia de la extrema pobreza, muchas personas, padres y madres de familia, han debido salir hacia otros países con la esperanza de buscar y encontrar una mejor calidad de vida y mejores condiciones para ellos y sus familias. Copiapó y Tierra Amarilla no han sido excepción para las poblaciones migratorias que llegan a Chile; este lugar es reconocido por ser una zona de paso y tránsito para muchos que, entrando por el Norte, hacen aquí una parada para realizar algún trabajo de temporada en alguna de las empresas agrícolas. Otros hacen un descanso después de largos días de caminar por el desierto soportando las bajas temperaturas de la noche y el extremo calor del día. La mayor parte de las veces acompañados del hambre y expuestos al peligro de que su integridad sea dañada.
Esta dura y triste realidad nos sigue interpelando y nos ha urgido a darle un vuelco a la intención inicial de este proyecto.
Hoy damos un paso más en favor de los y las hermanas migrantes. Con la apertura y bendición de la Casa de Acogida a Migrantes Santa Rafaela María deseamos responder a este grito del fenómeno migratorio ofreciendo acogida y hospitalidad a nuestros hermanos y hermanas en situación de movilidad que lo necesiten. Queremos que esta casa sea un hogar para muchos que habiéndolo dejado todo, cansados por el largo camino recorrido, puedan alojarse y reponer fuerzas para retomar el viaje. Deseamos que su estadía en esta casa les fortalezca el espíritu mientras buscan y encuentran un trabajo que les permita dignamente pagar un arriendo de pieza o casa para ellos y sus familias.
Estamos contentas y agradecidas por el don de Rafaela María. Una mujer que se atrevió a creer que era posible un mundo distinto, más justo, más fraterno, más humano. Sobre todo se atrevió a sentir en su propio corazón la pasión que mueve el corazón de Dios a que todos sus hijos e hijas puedan gozar en justicia de los dones de la creación. Esta casa que desde hoy lleva el nombre de nuestra Santa, sea un rostro de la casa de puertas abiertas, hogar que acoge y abraza al hermano migrante con todo lo que él es. Como hijas de Rafaela queremos acompañar sus vidas y animarles en la esperanza.
Agradecemos el impulso que nos han dado las hermanas desde el Gobierno General para reacondicionar la casa y asegurar su funcionamiento en condiciones dignas para quienes pasarán por ella.
Jimena Fuentes,aci