LA ALEGRÍA DE CREAR UNA NUEVA CULTURA. TERCERONAS

LA ALEGRÍA DE CREAR UNA NUEVA CULTURA. TERCERONAS

En el camino de la tercera probación, nos vamos dejando transformar por lo que conocemos de cada una. Y estos últimos días los hemos dedicado a conocer nuestras raíces culturales. Cada día hemos viajado a un país distinto y, de la mano de cada hermana, nos acercamos a sus tradiciones, colores, gentes, riquezas, alegrías y dolores…

De Vietnam llegan las tradiciones ancestrales, la fiesta de año nuevo, una lengua llena de sonidos nuevos para muchas y, sobre todo, la fe que se fortalece en la esperanza de un camino nuevo para la Iglesia.

De Colombia, el olor a café nos invita a entrar en las casas llenas de color y acogida, a escuchar la musica que habla de un pais confiado en Dios y que, entre alegrias y dolores, sigue trabajando por la Paz y la Reconciliacion. En Perú nos adentramos por la costa, la sierra y la selva, donde nos sorprendemos con sus sabores y sus bailes, y nos unimos a su deseo de construir comunión en la diversidad.

En India somos atraídas por los colores y olores que nos hablan también de diversidad, no solo cultural sino también religiosa. Y nos unimos a su lucha por la dignidad de los más vulnerables, en especial las mujeres y niñas.  A Timor llevamos nuestro corazón para abrirlo a las tradiciones de esta tierra, llena de mar y de montaña, llena de historia y de comunidad, llena de lucha y de búsqueda por la paz.

Finalmente, volvemos a Europa donde nos sentamos a la orilla, en Portugal, para cantar con “saudade” nuestros deseos y lanzarnos al horizonte que nos abre el mar. Y terminamos en España, tierra de nuestras fundadoras, dejándonos contagiar por la cercanía y el afecto que nos hacen recordar que todos somos hermanos. 

Por la tarde, en grupos o en asamblea, nos sentamos a dialogar a partir de la guía de interculturalidad que nos propone la CG XXI, dejando resonar los ecos de lo escuchado en cada país. En este compartir, nos vamos reconociendo mutuamente en lo que nos une y lo que nos hace únicas. Más aún, vamos descubriendo cómo Dios verdaderamente se encarna en el mundo, tomando rostros tan diversos.

Al terminar el día, rezamos juntas por la realidad de cada lugar, nos vamos haciendo más hermanas de todos, mirando al mundo desde Su Corazón. Terminado este viaje podemos exclamar con Santa Rafaela: “Cuántos hijos tiene Dios! Viendo el mundo se aviva el celo!”

Y para que este recorrido no se quede en mero turismo, queremos que la nueva cultura que va naciendo de este compartir, sea para nosotras “escuela de amor universal para el mundo”. Una escuela donde se aprende cada día, en el diálogo y en la convivencia. Una escuela para valientes que se arriesgan en este camino de la interculturalidad, sabiendo que son felices los que lo hacen al estilo de Jesús. Una escuela donde cada una y cada uno es invitado a vivir las Bienaventuranzas de la interculturalidad 

Felices las que escuchan, desde el corazón, las palabras y los silencios.

Felices las que no dan por hecho y saben preguntar cuando no entienden.

Felices las que no se quedan en la visión de su cultura y se abren a otras.

Felices las que reconocen sus riquezas y las comparten sin límites.

Felices las que están dispuestas a aprender y construir una nueva cultura.

Felices las que disponen de tiempo gratuito para dialogar.

Felices las que apuestan por la comunicación como camino de crecimiento mutuo.

Felices las que se reconocen hermanas y que viven, cada día, desde la confianza.

Felices las que las que hacen del perdón, un camino de identificación con Jesús 

Felices las que todo esto lo viven como proceso de conversión continua, en clave de discernimiento.

Felices las que en cualquier condición y a toda costa buscan vivir al modo de Jesús, cómo lo hizo Santa Rafaela

Y no es feliz solo porque vive gracias a Dios y por Dios, sino porque vivirá y hará que sus hermanos vivan con Dios para siempre ” (Madeleine Delbrêl)

Leonor Franco, aci