DÍA 2

15 años, san juan de los caballeros

Rafaela y Dolores crecen a la par. Serán niñas, adolescentes y jóvenes al mismo tiempo aunque se lleven cuatro años de diferencia. Juntas juegan, pasean, estudian... Bullicio, risas, alegrías; tristezas, penas y malos ratos serán compartidos. Con su madre recorren las calles de Pedro Abad ayudando a los que más lo necesitan, también de ella aprenden a rezar y van juntas a la iglesia o a la ermita del pueblo.

Cuando tiene 14 años pasan parte del verano con su madre en Cádiz. Es la primera vez que va a ver el mar… Rafaela tiene una mirada honda, serena, agradecida… y ve a Dios en todo.

Al año siguiente disfrutan la primavera en Córdoba. En torno a la plazuela de San Juan siempre hubo algún Porras. Una mañana, Rafaela entra a rezar en la iglesia de San Juan y allí su corazón será para siempre -y entero- para Dios. Es el 25 de marzo, fiesta de la Encarnación del Señor. Tiene recién estrenados los quince años. No se lo cuenta a nadie. Es su secreto con Dios. Nadie más entra en esa complicidad. Rafaela va a caminar muy cerca de su Dios. Su corazón le pertenece.

El 25 de marzo de 1907, en Roma, providencialmente llegó a Rafaela el papel donde estaba escrito el voto perpetuo que había hecho 24 años antes, el 1 de enero de 1982 en Madrid; ahora lo firma y recuerda también, el voto de castidad que hizo a los 15 años…

Hice este voto […] y hoy lo firmo en Roma, día de la Anunciación de la Santísima Virgen y Encarnación del Hijo de Dios, en nuestra casa de dicha ciudad. También, en este mismo día, en Córdoba, el año 1865, en la parroquia de San Juan, hoy iglesia nuestra, hice mi voto perpetuo de castidad”.

El paso del tiempo no borra ni difumina lo que se vive desde la profundidad, lo que marca al corazón. Las experiencias hondas se graban en él, vienen de vez en cuando a susurrarnos su paso y van configurando nuestro talante de vida… Así fue en Santa Rafaela.

“El sexto mes envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen prometida a un hombre llamado José […] Alégrate, favorecida, el Señor está contigo. […] No temas, María, que gozas del favor de Dios […] El Espíritu Santo vendrá sobre ti […] Aquí tienes a la esclava del Señor: que se cumpla en mí tu palabra".

 (Lc 1, 26ss)

Recuerdo “mi primer amor”, aquel encuentro fundante ¿Cómo está mi corazón ahora, es entero del Señor?

¿qué parte de él tengo que dejar que el Señor vuelva a enamorar?

Oración a Santa Rafaela María

Rafaela María, tú viviste con el corazón atento, pensante, enamorado, contemplando la grandeza del amor de Dios.

De jovencita, la primera vez que ves y gozas del mar de Cádiz, agradeces maravillada este gran regalo de Dios y disfrutas de él. Más adelante, desde tu experiencia de Dios, del don que te ha regalado le dirás a una hermana que también lo ve por primera vez: «¡Qué omnipotencia la de Dios! ¡Qué dicha tener un Dios tan grande! Y a ese Dios inmenso lo hemos de poseer en su lleno por toda la eternidad y ahora lo poseemos en el Santísimo Sacramento y viene todos los días a nuestro corazón. ¡Esto sí que es un mar sin fondo!»

Queremos vivir así, pasando las cosas por el corazón, dejándonos hacer por nuestro Dios, renovando nuestro “primer amor”.

Ayúdanos a cuidarlo, acompáñanos en nuestro camino para que cada día sea más certero en nuestra vida lo que tú viviste, con tu corazón enteramente enamorado de tu Señor. “Sólo en Jesús, por Jesús y para Jesús, toda mi vida y todo mi corazón, y para siempre”.